Overbooking con Astrid.

Hola Lindura.

A veces las compañías aéreas nos juegan malas pasadas, yo nunca he entendido la necesidad de vender más billetes de los debidos y creo que la rentabilidad de esa política es cuanto menos cuestionable, pero a veces te toca, ayer me tocó a mi.

Yo tengo una teoría sobre estas situaciones, bajo mi punto de vista, es el escenario perfecto para comprobar lo que lleva dentro una persona, pues en realidad se convierte en un ejercicio puro sobre el manejo de frustraciones, permitiéndote conocer quien y como es la persona por dentro y no lo que aparenta.

Quien mas y quien menos tiene planeado su viaje al detalle, pero si te encuentras con una cancelación, un retraso exagerado o el dichoso overbooking, de repente te das cuenta de que nada de lo que tenías previsto acontecerá como esperabas y es en ese momento cuando puedes observar a las personas y lo que llevan en su interior y lo habitual es que se comporten de igual modo cuando un contratiempo de otro tipo les sucede en las circunstancias cotidianas de la vida.

Algunos no paran de vociferar, otros golpean los mostradores, unos pocos forman un grupo para una reclamación conjunta, ahora los más no dejan de hablar por teléfono, o se sumergen en su ordenador, los hay que se resignan y simplemente esperan y una inmensa minoría, como yo, solo observamos para poder actuar cuando las aguas procelosas se aplacan, por eso me llamó poderosísimamente la atención que una mujer hiciera lo mismo que yo.

Llevaba un uniforme del ejercito sueco, era una oficial, resaltaba sobre la multitud como el oro entre la plata, su serenidad era casi ceremonial y sonreía mientras miraba, una beldad de esas que le han dado a su país la fama de tener las mujeres mas atractivas del norte de Europa.

Ella se percató de que yo también contemplaba el lío que se estaba formando y se encogió de hombros al tiempo que una sonora carcajada iluminaba su cara, más tarde la vi acercarse al mostrador cuando quedó libre, una vez que hubo terminado, yo hice lo mismo.

Al rato nos dirigíamos en un autobús al hotel donde pernoctaríamos para poder subir al vuelo al día siguiente, tras registrarme fui al restaurante a reponer fuerzas y al acabar me senté en la cafetería junto a la recepción.

Alguien me pregunto que si podía sentarse en mi mesa y sin levantar los ojos de mi teléfono que perdía la conexión a mi servidor remoto a cada rato, conteste afirmativamente, era Astrid, así se me presento la oficial sueca.

Es curioso de cuantas cosas puede hablar uno sin decir lo que no puede, pero lo realmente difícil es hacerlo sin revelar experiencias ya vividas, yo por supuesto traté de centrar la conversación en ella para evitar hablar sobre mi persona y me fue relatando algunas misiones que había realizado.

Pero ella insistió en que aquello era muy aburrido, bien por el contrario a mi me resultaba apasionante, por lo que deseaba que la charla se convirtiera en un quid pro quo, yo dude antes de aceptar pero lo hice.

Comencé a relatarle lo que acontecía en Cuba en aquellos momentos, cómo las detenciones de opositores no cesaban, que uno de ellos que se había declarado en huelga de hambre estaba ya mirando de frente a la de la guadaña, el derrumbe de una de las muchas casas de La Habana que estaban a punto de colapsar, en el que había habido varios muertos y la situación casi desesperada del pueblo cubano en general.

Por sus contestaciones me daba cuenta de lo mucho que la gente conocía la mentira oficial y no la situación real, eso me hizo pensar que todavía es necesario un enorme ejercicio de pedagogía en cuanto a lo que se ha convertido Cuba tras cincuenta y tres años de dictadura.

Inevitablemente me preguntó por mi patria y le hice un resumen de la situación que la dejo muy sorprendida, eso me reveló cuan poco sabia de la situación actual de mi país, ella había estado hace años para practicar su español, eran otros tiempos, mejores sin duda.

Llegados a este punto me pregunto sin ambages sobre mi situación sentimental y yo le respondí que estaba enamorado de una habanera, para mi la mas linda, yo le pregunte por la suya y me respondió que su amor era un imposible, sin evitarlo los dos nos reímos de buena gana.

Y así comenzamos a desnudar nuestros sentimientos, dos extraños unidos por un capricho cibernético y hablando cada uno sobre nuestros respectivos seres queridos y los pros y los contras de las posibilidades ciertas de que aquello se convirtiera en algo real y duradero.

Ella, como yo, pensaba que es posible amar durante toda la vida a una persona, aunque difería conmigo en el método a emplear para conseguirlo, aprendí mucho de esa mujer y creo que ella tampoco echó en saco roto algunas de mis opiniones, descubrimos que teníamos mucho más en común de lo que pensábamos.

Cualquier otra persona hubiera aprovechado esta circunstancia para consolarse mutuamente bajo unas sabanas, pero yo no soy así y al parecer ella tampoco, la hora del desayuno nos sorprendió a ambos en la misma mesa, la noche había pasado volando, compartimos el ágape continental y nos despedimos en el ascensor, ella me abrazó y sentí que lo hacia de verdad, yo le tome la mano y la bese, eso fue todo, pero agradecí luego el agua fría de la ducha.

Horas mas tarde en el avión, ella cambio el asiento para sentarse a mi lado, quería leer mis poesías, en un rapto de pura vanidad nocturna le había confesado que escribía poemas, yo le deje hacerlo y me dormí como un lirón, cuando desperté ella todavía leía, al anunciar el comandante que había que apagar los aparatos para el aterrizaje, cerró mi teléfono, yo la mire a sus ojos azules y vi con sorpresa que había llorado, me tomo de la mano y me dijo suavemente, envidio a tu lindura...

Desde un lugar bien remoto, no muy lejano a ninguna parte,

se despide con un sentido beso, por tu amor siempre nacido,

este hombre que no puede ni quiere, dejar nunca de amarte.

Priotelus Temnurus.

P..T..

El día no transcurrió en absoluto como lo había planeado,

conocí a una mujer de esas que todos quieren en la cama,

sin pretenderlo nuestros destinos se habían ya entrelazado,

acabamos compartiendo conversación como en una trama.

Varias de sus muy procelosas aventuras ella me ha contado,

lo hizo con naturalidad y sin el tono que a veces te escama,

yo algunas sucintas cosas de nuestras patrias le he relatado,

pero no pude evitar hablar de lo que mi pecho aun reclama.

De ese amor que siento tan dentro que a mis ojos se asoma,

aun delante de una bella mujer que todos para si quisieran,

no soy capaz de evitar que tu ausencia bien me reconcoma.

Y así tus donosuras con gran prestancia mi mente ya retoma

se me acaba la noche explicando lo que mis labios quisieran,

que del exquisito manjar de tu pura ambrosía mi boca coma.

P..T..