lunes, 6 de febrero de 2012

La velocidad no es importante.


Hola Lindura:

No hay manera de que pueda descansar, me asaltas en mis sueños, tuve una pesadilla, te caías en un charco y no te podía sacar, lo intentaba con todas mis fuerzas, usaba elementos que apenas podía reconocer, pero no era capaz de sacarte de ese oscuro hueco que poco a poco se convertía en una sima, hasta que despertaba, encendía mi teléfono y miraba tu foto, nada era real, gracias a Dios.





Mañana, vuelvo a viajar, otra vez, espero que pueda enterarme bien de eso que hablamos, la verdad es que en este mundo las certidumbres cada día son menos, pero a pesar de ello creo que sacaré en claro lo que hace falta saber, quemo otra etapa y ya quedan menos, es alentador por una parte pero exasperante por otra, nada nuevo en el horizonte, o si.


Esta mañana corría con la luna hasta que se nos unió el sol, es de esos momentos que ensanchan el alma, porque creo que me estoy convirtiendo en una suerte de esponja, todo lo que es bello, o al menos a mi así me lo parece, me atrae irremisiblemente, trato de absorberlo con todas mis fuerzas, como si esa fuera una necesidad perentoria a la que no puedo sustraerme, creo que ya soy adicto.


Al llegar a mi habitación la ducha ha sido desacostumbradamente larga, había madrugado mucho y me dio tiempo, pensaba que acaso a ti no te guste correr antes del amanecer, quizás prefieras los atardeceres e incluso deba cambiar mi ritmo, del galope sostenido al trote insustancial e incluso al paso, muy cadencioso o irregular, hasta llegar a pararnos a distraernos con cada segundo de nuestra charla, pues la velocidad no es importante, lo vital es la compañía, tu incomparable compañía, que anhelo más cada día.


Desde un lugar bien remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede ni quiere, dejar nunca de amarte.
P..T..




Su luz lo inunda todo con una singular tonalidad,
yo me dirijo recto hacia ella sin poderlo remediar,
la atracción es sincera porque me gusta de verdad,
una dulce vereda que siempre vuelvo a encontrar.

Mil ramales me tientan aún con suma carnalidad,
pero aunque me distraiga no puedo al fin evitar,
volver al sendero que conduce a tu singularidad,
pues es tu sonrisa radiante la que me hace levitar.

Me va marcando el camino que debo recorrer,
ayudado por esta luna que conoce tu donosura,
y que alumbra los baches que yo no puedo ver.

Así se nos une el sol para sentir nuestro placer,
de vernos así reunidos a todos contigo lindura,
y vivir la gran dicha que juntos vamos a tener.

P..T..




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