martes, 21 de febrero de 2012

Con el mazo dando.


Hola lindura.

Es bien difícil ser católico en estos días, pero yo no voy a renunciar a ello porque mi fe en Dios no es una moda pasajera sino que esta enraizada en lo mas profundo de mi alma y por más tropelías que cometa algún ministro de la Iglesia, no permitiré que ello la socave.






Muchos aceptan los mandamientos de la ley de Dios, que no por casualidad son comunes en varias religiones, pero cuando ya nos referimos a los de la Iglesia, eso ya es harina de otro costal.

La Santa Iglesia Católica Apostólica Romana es una institución milenaria, su estructura apenas ha variado en siglos y sus reglas y funcionamiento todavía están reguladas por el derecho canónico, pero lo que todos olvidamos es que esta compuesta por seres humanos, ordenados y seglares, lo que implica indefectiblemente que en ella nos encontraremos lo mejor pero también lo peor.

Quien piense que regir los destinos espirituales de miles de millones de personas es fácil simplemente no lo ha meditado en profundidad pero lo complejo que resulta manejar la estructura de gobierno de miles de diócesis en todo el planeta, sumado al hecho de que Vaticano es además un estado, hace casi un milagro que la Iglesia subsista hoy en nuestros días.

Yo he visto la obra de los cristianos, como entregan su vida al prójimo y tratan de llevar las enseñanzas de Jesucristo hasta las últimas consecuencias, he contemplado como curan a los enfermos, como dan de comer y beber a los que no tienen recursos, como buscan cobijo para los sin techo, como tratan de darle consuelo a su espíritu, hay demasiados hombres y mujeres buenos para que los errores de unos pocos me hagan perder la fe en Dios Todopoderoso, la Santísima Virgen y la Santísima Trinidad.

A ellos les ruego cada día por mi familia, por mis amigos, por el mundo entero y por ti lindura, solo les pido que me den la oportunidad de hacerte feliz y tengo fe en que esto, al menos, me será concedido.


Desde un lugar bien remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede ni quiere, dejar nunca de amarte.
P..T..



Ayer te soñé en una nave con el ancla recién ahechada,
muy juntos en ese delicioso silencio que nos abrazaba,
la pasión todavía se respiraba en la atmósfera cargada,
mientras el gran amor que nos une aún nos embargaba.

Nuestra piel desnuda se fundía como plata recalentada,
lucía leves huellas de las caricias que antes reclamaba,
el sudor la cubría como pátina de una obra así acabada,
confiriéndole el cariño una textura con la que brillaba.

Nada decíamos pues escuchábamos el eco de gemidos,
con los que antes nuestros cuerpos arqueados vibraban,
proporcionándonos este regusto entre los más relamidos.

Así nuestros corazones en placentera paz seguían unidos,
cuando ambos casi al unísono tenuemente leve palpitaban,
deseando que esos instantes fueran eternamente sostenidos.

P..T..






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