Hola lindura.
Es bien difícil ser
católico en estos días, pero yo no voy a renunciar a ello porque mi
fe en Dios no es una moda pasajera sino que esta enraizada en lo mas
profundo de mi alma y por más tropelías que cometa algún ministro de
la Iglesia, no permitiré que ello la socave.
Muchos aceptan los
mandamientos de la ley de Dios, que no por casualidad son comunes en
varias religiones, pero cuando ya nos referimos a los de la Iglesia,
eso ya es harina de otro costal.
La Santa Iglesia Católica
Apostólica Romana es una institución milenaria, su estructura
apenas ha variado en siglos y sus reglas y funcionamiento todavía
están reguladas por el derecho canónico, pero lo que todos
olvidamos es que esta compuesta por seres humanos, ordenados y
seglares, lo que implica indefectiblemente que en ella nos
encontraremos lo mejor pero también lo peor.
Quien piense que regir
los destinos espirituales de miles de millones de personas es fácil
simplemente no lo ha meditado en profundidad pero lo complejo que
resulta manejar la estructura de gobierno de miles de diócesis en
todo el planeta, sumado al hecho de que Vaticano es además un
estado, hace casi un milagro que la Iglesia subsista hoy en nuestros
días.
Yo he visto la obra de
los cristianos, como entregan su vida al prójimo y tratan de llevar
las enseñanzas de Jesucristo hasta las últimas consecuencias, he
contemplado como curan a los enfermos, como dan de comer y beber a
los que no tienen recursos, como buscan cobijo para los sin techo,
como tratan de darle consuelo a su espíritu, hay demasiados hombres
y mujeres buenos para que los errores de unos pocos me hagan perder
la fe en Dios Todopoderoso, la Santísima Virgen y la Santísima
Trinidad.
A ellos les ruego cada
día por mi familia, por mis amigos, por el mundo entero y por ti
lindura, solo les pido que me den la oportunidad de hacerte feliz y
tengo fe en que esto, al menos, me será concedido.
Desde un lugar bien
remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido
beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede
ni quiere, dejar nunca de amarte.
P..T..
Ayer te soñé en una
nave con el ancla recién ahechada,
muy juntos en ese
delicioso silencio que nos abrazaba,
la pasión todavía se
respiraba en la atmósfera cargada,
mientras el gran amor que
nos une aún nos embargaba.
Nuestra piel desnuda se
fundía como plata recalentada,
lucía leves huellas de
las caricias que antes reclamaba,
el sudor la cubría como
pátina de una obra así acabada,
confiriéndole el cariño
una textura con la que brillaba.
Nada decíamos pues
escuchábamos el eco de gemidos,
con los que antes
nuestros cuerpos arqueados vibraban,
proporcionándonos este
regusto entre los más relamidos.
Así nuestros corazones
en placentera paz seguían unidos,
cuando ambos casi al
unísono tenuemente leve palpitaban,
deseando que esos
instantes fueran eternamente sostenidos.
P..T..
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