Hola Lindura:
Enfrentarse a un
auditorio que me odiaba, por el mero hecho de que me veían como el
culpable de que no estuvieran disfrutando de los preparativos del
partido, ha sido un reto, algunos estaban tan preocupados por la
duración del evento que no podían dejar de mirar el reloj, temían
que no pudieran llegar a tiempo para contemplar el espectáculo
deportivo más visto del año.
Ninguno de ellos era
consciente de que se encontraban ante una oportunidad que podría
cambiar el futuro de sus vidas para siempre, hubiera podido
tranquilizarlos dándoles el horario que tenía marcado, pero eso
constituiría un elemento que falsearía los resultados finales, así
que el oído izquierdo no dejó de pitarme en todo momento.
Por su puesto en cuanto
comencé a hablar los cuchicheos elevaron el tono, además
extranjero, como iba un foráneo a entender lo que ese día acontecía
en todo el país, probablemente estén en lo cierto y que haya
elementos que entremezclen la tradición con la afición, incluso
algunos rituales que lo convierten en ceremonia, casi con clichés de
mística obligada.
Allí de pie frente a mis
oyentes, fui enarbolando lentamente mi discurso, suelo pasear
mientras hablo pues no me hacen falta notas, las llevo en la cabeza,
el tempo me permite observar el lenguaje corporal de mis oyentes y
casi a los pocos minutos ya puedo descartar a los que no van a pasar
la preselección, aunque en esto, como en todo, hay que ser
prudentes.
Porque a pesar de que el
hastío reflejado en un rostro suele ser señal inequívoca de
aburrimiento, a veces, solo en unas muy contadas ocasiones, puede
ocurrir que eso sea signo de una persona cuya inteligencia sea tal,
que no le hace falta seguir el hilo de mis palabras, solo atender de
refilón a algunos detalles para poder recordarlos a posteriori,
porque ya ha entendido que lo importante viene más tarde.
Cuando terminamos y ya
recogía las respuestas, un individuo no puedo contenerse e hizo la
pregunta, usted señor no es fan de ningún equipo, yo moví
lentamente la cabeza en señal de negación, de ningún deporte,
volvió a insistir, ya me había percatado de que lo que ese tipo
quería era salir corriendo a toda mecha de allí, pero de nuevo con
lentitud denegué, el otro insistió, no es usted fanático de nada
ni de nadie y ahí me paré, sonreí y le contesté, si de mi
lindura, pueden irse...
Solo una de las mujeres,
que no había parado de mirarse las uñas en todo momento, volvió la
vista hacia mi antes de abandonar la sala, en medio del totum
revolutum que se formó al darles vía libre, esa pose me había
engañado, pero su mirada la había delatado y supe sin verlas, que
sus respuestas serían las esperadas.
Desde un lugar bien
remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido
beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede
ni quiere, dejar nunca de amarte.
P..T..
Siento en mi pecho este
ansia punzante por al fin acabar,
apenas puedo contener el
impulso de tu foto contemplar,
en medio de esas tareas
diarias es un deleite poderte ver,
solo un instante para en
tu recuerdo poderme ya perder.
Están desesperados
porque la obligación se venga a acabar,
para reunirse con su
gente y el partido de hoy poder mirar,
yo también estoy
deseando fervientemente poder ya correr,
para poderte juntar unas
letras que esta noche puedas leer.
Porque hoy he descubierto
una cosa que ignoraba,
en medio de una pregunta
casi muy impertinente,
he aprendido como esta mi
afición se denominaba.
La necesidad que mi
corazón del todo inundaba,
en fanático de ti
lindura así devengo en mi mente,
y me percaté que ese
apelativo bien me encantaba.
P..T..
No hay comentarios:
Publicar un comentario