sábado, 4 de febrero de 2012

Hasta que pase la tormenta.


Hola Lindura:

Paseo en esta ciudad con la luna a la espalda, quizás por la vergüenza que siento, acaso porque al mirarla noto como el mudo reproche se vuelve más severo, realmente siento una impotencia tan absoluta y a la vez una rabia, que difícilmente puedo contener, salvaje y fiera que me ha impedido juntarte mis letras, porque alguien muy sabio me dijo una vez que ni cuando estás muy alegre, ni cuando estás muy triste, ni cuando estás muy enfadado se deben tomar decisiones, yo trato de seguir este consejo, pero es tan complicado hacerlo...




Como hace poco te dije estoy en ese lugar de la ascensión a la montaña donde se contempla próxima la cima, pero el trayecto que resta hasta hacer cumbre es más largo de lo esperado, es en estos momentos donde debo detenerme a recordar el premio que me aguarda al final de mi cometido, demasiado grande para que no merezca la pena conservar mi disciplina, porque si hasta ahora ha sido un esfuerzo casi sobrehumano no correr a tu lado, ayer , otra vez, casi lo mando todo al garete.

Me paré junto a la cinta de equipajes, ya con la maleta a mi lado, mis dos sombras me miraban inquietos, no entendían porque estaba allí parado, solo miraba el movimiento sin fin, pero mi mente estaba lejos, a muchas millas de distancia, estaba pensando en Miami, en ti, en una ruta de escape hacia allí, un billete que me permitiera marcar tu número para abrazarte.

Una amable empleada me sacó de mi trance, me preguntó sonriente si había algún problema, mi suspiro fue tan rotundo que se puso seria al tiempo que me invitaba a sentarme, mi cara debía ser todo un poema, rechacé cortésmente su ofrecimiento y casi como por ensalmo, uno de los chicos me recordó que el transporte nos esperaba fuera, era un modo sutil de decirme que debíamos irnos ya, quisiera o no quisiera, ellos estaban allí no solo por mi seguridad, sino para impedir que yo cometa alguna impudencia, como la de tomar un avión rumbo al sur.

Me puse en modo automático e hice lo que se esperaba de mi, por lo que me pagan, cumplí con mis obligaciones de manera impecable, como si el momento crítico del aeropuerto hubiera sido una pequeña pesadilla, pero no lo había sido, fue muy real, cuando llegué a mi alojamiento me refugié en la red social, hasta que lo apagué todo y entonces mis sentimientos afloraron como un torrente.

No dejaba de preguntarme si todo esto valía la pena, terminaré mi trabajo, cumpliré con los objetivos marcados, pero me sentía como el más arrastrado de los mortales, un hombre que sabía que la mujer a la que amaba lo estaba pasando mal y no podía confortarla sino con la palabra, era yo una persona o un animal entrenado, era yo un enamorado o un despiadado instrumento, ya no sabía lo que era pero si sabía algo, cuando esto acabe, mis obligaciones nunca jamás me podrían impedir que cuando mi amor me llame yo no pudiera acudir a su lado.

Quizás cuando puedas contemplar el cuadro que yo vivo por entero me digas que tu hubieras hecho lo mismo, acaso no me lo puedas perdonar, pero de cualquier modo, a pesar de que yo con mis palabras trate de arroparte y hacerte sentir que no estás sola, se que no es suficiente porque lo que te hace falta es lo que me pide el cuerpo, posar mi brazo sobre tu hombro, abrazarte, besarte y llorar contigo hasta que pase la tormenta.


Desde un lugar bien remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede ni quiere, dejar nunca de amarte.


P..T..




Nunca Selene me había así mirado de una forma tan severa,
aunque conoce bien la situación por la que estoy pasando,
sus guiños se me antojan reproches de una manera artera,
porque sabe que mi corazón anhela estar junto a ti volando.

Más el trabajo que acepté ese día con una alegría sincera,
me hace estar cautivo a pesar de lo que vengo anhelando,
haga lo que haga se sentirá seguro mi alma la más rastrera,
pues si les contento a ellos ya te estoy seguro defraudando.

Y cualquiera diría que la solución está en ese punto medio,
una parada en mi tarea para que junto a ti pudiera yo volar,
más no es posible pues si lo hiciera ya devendría el asedio.

Así forzado por las circunstancias no pude hacer ese intermedio,
recordando que te ha tocado esta cruel coyuntura a solas pasar,
al no poder confortarte mi frustración me hace llorar sin remedio.

P..T..












No hay comentarios:

Publicar un comentario