viernes, 27 de enero de 2012

Ahí me pierdo.


Hola Lindura.

Aquí estoy dando la misma charla un día tras otro, hoy cambiaré de ciudad, no me siento muy a gusto en esta, a pesar de que solo he ido a un par de cafeterías, al hotel y a la instalación donde imparto las conferencias, no se bien la razón, pero me siento fuera de lugar.




Ya he encontrado varios candidatos a sustituirme, en realidad pienso en uno en particular, pues un día en que mi humor era especialmente negro puse la prueba mas difícil que se me pudo ocurrir y la solventó con una rapidez y habilidad pasmosa.

A pesar de todo, cuando acabe el ciclo, reunirán a los propuestos para que les plantee un ultimo reto, una especie de selección en la que, gracias a Dios, yo no tendré la decisión final; tras estar una semana con el que sea elegido poniéndolo al día en lo que se le avecina, iré a cumplir con el último requisito para ser liberado de mis compromisos contractuales, no te imaginas como lo estoy deseando.

Samuel no se ha presentado, no tengo idea de donde parará, que Dios lo ampare, no estoy sorprendido pero si apenado, tenía una esperanza leve de que lo volvería a ver, pero quien sabe, quizás esté ya en compañía de alguien que le pueda ayudar todos los días a recuperar su vida, sería fantástico volver a encontrarle y que fuera él quien me invitara a café...

Parto ahora para el aeropuerto, me alejo un poco más de ti en millas, pero ya las distancias no me hacen mella, cuando te añoro busco tu imagen en mi mente y ahí encuentro la paz que necesito para sumergirme en tus encantos y ahí, ahí me pierdo...

Desde un lugar bien remoto, no muy lejano a ninguna parte,
se despide con un sentido beso, por tu amor siempre nacido,
este hombre que no puede ni quiere, dejar nunca de amarte.
P..T..



En esa sala vacía que me viene a cobijar,
del manto frío que se entiende sin cesar,
te imagino etérea tan preciosa y calentita
puesto que a diario te tejo a ti tu mantita.

Seguro tu sabes de lo que vengo a hablar,
porque a tu lecho la solías incluso llevar,
yo te imaginaba arrebujada y arropadita,
seduciendo entera mi mente toda todita.

Porque aunque muy lejos ellos me lleven,
yo no me olvido nunca de ponerme a tejer,
ni aunque mis ojos por ti esa noche lloren.

Recuerdo como te gustan los tejidos que envuelven,
y muy tibio te arropan cuando ya nadie te puede ver,
pues al inconfundible aroma de mi amor aún huelen.

P..T..



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